La Línea de Fuego

Locas hembristas exageradas

Imagen de la campaña #nomellamonena, impulsada por vecinas de Lavapiés en 2014 contra el acoso callejero.

El periodista Xavier Aldekoa recibió, como él mismo dijo, un buen número de acusaciones de demagogo por este tweet. Ni que le faltase razón.

El último hecho que añadir a esa lista es lo ocurrido esta semana en el programa Mujeres, Hombres y Viceversa de, como dice nuestro compañero Nico, Telecirco. Una de las concursantes afirmó haberse sentido incómoda durante una cita sin cámaras, a lo que el chico contestó (palabras textuales, ojo): “Si le tengo que pedir disculpas, se las pediré mil veces, pero yo soy una persona que si me das a entender una cosa, yo me acelero, luego no me digas “hasta aquí, ahora ya no”, porque yo sinceramente no razono”.

Nadie en el plató se pronunció en defensa de la chica, que aseguraba haberse sentido incómoda. Por no decir acosada, supongo. Ella tuvo que escuchar, con la mirada baja y callada, cómo él se justificaba. Y todo esto sucedió en un programa cuya audiencia la compone en su mayoría gente joven. Una excelente educación, que enseña a ellos que la sociedad les respalda en cuanto a hacer lo que quieran y les da la razón, y a ellas que tienen la culpa de lo que les pase porque “dieron a entender que querían algo más”. Que tienen que ceder y mantener la mirada baja. ¿No es eso lo que escuchamos para justificar las violaciones?

Estoy harta de escuchar, como dice Aldekoa, que exageramos. Y no hablo de las mujeres, o “las feministas”, como gusta muchísimo decir ahora; hablo de los hombres y las mujeres que abogamos por una igualdad verdadera y denunciamos este tipo de cosas y, por ende, somos feministas (por dios, que todavía haya que aclarar esto…). ¿De verdad hacen falta más pruebas? Las conversaciones por Whatsapp de los violadores de las fiestas de San Fermín son escalofriantes; como así lo es el hilo en el que este chico cuenta su experiencia:

Al otro lado del Atlántico, muchos estadounidenses se plantean votar a un megalómano narcisista y machista con (estoy segura) algún trastorno mental. Mujeres incluidas. Hace poco, dos futbolistas grababan sin el consentimiento de la chica cómo mantenían relaciones sexuales con ella. Para qué, si ella no tiene voz, si es un mero objeto que utilizan para su provecho. La semana pasada, Kelly Oxford contó en Twitter su experiencia como víctima de una agresión y animó a otras mujeres a compartir con ella la suya, con cifras escalofriantes:

La realidad, queráis verlo o no (porque es incómodo pensarlo, ya lo sabemos), es que probablemente de las mujeres de vuestro alrededor, la mayoría hayan sufrido acoso (desde palabras obscenas por la calle a un tocamiento impropio en el transporte público o que hayan sido perseguidas al volver a casa, por ejemplo) o incluso abusos sexuales. Impensable, ¿no?

Sigamos diciendo que “las feministas” exageran, que son un grupo de locas hembristas, que ya tenemos igualdad… No exageramos; no somos un grupo de locas hembristas, sino personas (sí, también hombres) que quieren un mundo más igual y justo, y no, no tenemos igualdad. No mientras nos sigan mirando de esa forma, como si existiéramos para ellos. Decid que exagero, que soy radical, porque me da igual. Porque preguntadles a ellas; ellas, mucho mejor que yo, sabrán que no lo hago.