La Línea de Fuego

Alt Lit, mucho ruido y pocas nueces

Hace unos meses llegaba a mi conocimiento un nuevo movimiento literario nacido hace unos años  en Estados Unidos, forjado al calor de las redes sociales, sobre todo Tumblr y Twitter y espacios de blogs personales. Este movimiento responde al nombre de Alt Lit, quién sabe si como acrónimo del término “Alternative Literature” o haciendo alusión a la tecla “Alt” de los teclados de los ordenadores por donde se mueve esta “nueva literatura”.

Invadida por la curiosidad que suele despertar en mí el devenir de este arte, busqué una antología donde poder leer por mí misma lo que supone esta Alt Lit. Con ello, compré vía Amazon (me van a perdonar las librerías, pero es que no había manera de encontrar algo así) una antología editada por la editorial argentina Interzona y traducida por Lolita Copacabana y Hernán Vanoli, donde figuran los nombres de Sam Pink, xTx, Noah Cicero, Ofelia Hunt, Jordan Castro, Heiko Julién, Blake Butler, Lily Dawn, Frank Hinton y, como no, Tao Lin.

Abro el libro y leo en la explicación de esta Alt Lit. “También fue llamada alguna vez ‘generación offbeat’, en vaga alusión a los beatniks, ‘Adderall generation’ en referencia al ansiolítico, o ‘generación Y’ por Internet y su avance sobre aquello que había destacado a la generación X”. Leo, sonrío y empiezo a dudar. Quizá es orgullo, pero algo que se compara a la generación beat, para mí, ya está jugándosela mucho.

Según este prólogo, el nacimiento de esta generación se remonta a 2004, “al calor de la corriente poética, musical y artística conocida como ‘Nueva Sinceridad’, que venía a reaccionar contra la ironía y el cinismo propios de la década del 90 y en especial en Estados Unidos, una nación que se desindustrializaba al mismo tiempo que incurría en una notoria escalada militar tras haber sido atacada en 11 de septiembre de 2001”.

En este contexto de desmoronamiento del imperio norteamericano, el cansancio y la fatiga existencial motivan que los jóvenes hagan florecer una nueva forma de expresarse a través de internet. Buscan ser una oposición el estabishment literario.

Las características, por tanto, de esta corriente literaria son la escritura en primera persona, confesional, con una sintaxis descuidada y espontánea abastecida de chats de Gmail, post de Facebook o tweets, con un alto grado de infantilismo combinado con el discurso ‘emo’ y la fobia social de chicos que no se alejaron demasiado de sus ordenadores durante la adolescencia, que muestran emociones desbocadas o una falta total de sentimientos, constituida por un ejército de jóvenes blancos de clase media que imitan a Tao Lin con una poética del aburrimiento unida al artificio de la transpariencia.

Paso a leer la selección de textos de esta antología de a penas 200 páginas. Historias inconexas, no entre sí (que, obviamente, lo están), sino dentro de ellas mismas. Historias eclécticas que intentan sostenerse en un ambiente social relativamente real. Vivir en un McDonald’s, lidiar con un consumidor de crack, conducir borracha y ser detenida, bebés que explotan, muerte, Beyoncé… Todo ello con un lenguaje llano, seco, a veces desagradable, alejado de la belleza de la literatura, quizá en pos de aquel realismo sucio que escribió Bukowski, pero sin llegar a ello.

La narrativa se hace pesada, inocua a veces. El lector fácilmente puede perderse en estos relatos a caballo entre el realismo y la ciencia ficción más irreverente, vislumbrando quizá brevemente esa protesta, esa fatiga de la sociedad norteamericana que los autores tratan de transmitir sin demasiado éxito.

El arte por el arte, supongo, pero no se sabe a qué precio. Evitar el estabishment de la Literatura pretendiendo hacer, precisamente, literatura, no es algo fácil. No es escribir por escribir. Una vez me dijeron que un poema tiene que ser como un zarpazo. Yo siempre extrapolo eso a cualquier tipo de literatura. Tiene que transmitir, aunque sea fatiga, transmitir esa fatiga y no fatigar. De alguna manera, el cansancio de las nuevas generaciones de escritores se vislumbra ahí.

La Literatura plagada de sus vacíos existenciales que poco o nada tienen que decir. Cansancio, vacío, atormentamiento sin haber salido más allá de sus respectivas habitaciones, adolescencias llenas de granos y juegos de ordenador recién abandonadas. No reposadas.

En mi opinión, se da demasiadas vueltas de tuerca sin sentido a temas que podrían transmitirse de una forma mucho más cómoda y efectiva, más sencilla, de otra manera. Una manera en que el lector  -que al final, cuando publicas algo es quien cuenta- pueda entenderse con el autor y no se quede con una sensación final de no haber leído nada.

Quizá sea la generación que está queriendo hacer mucho ruido y al final se queda en el rumor de unas pocas nueces.