La Línea de Fuego

Por qué Patti Smith es la mejor representante de Bob Dylan en los Nobel

Por Alaia Rotaeche (@aL_rc) y Carmen Sánchez (@edhelgrim)

El pasado 10 de diciembre se hizo entrega, por fin, de los premios Nobel. Y no, Bob Dylan, el galardonado con el Nobel de Literatura de este año, no acudió a la cita. Compromisos anteriores, alegó. En su lugar acudió Patti Smith, la misma Patti Smith que le nombra intermitentemente en Éramos unos niños, la biografía de sus años con Robert Mapplethorpe.

Una de las cosas más positivas del Nobel a Dylan es la patada en el culo, con perdón, que ha supuesto para el establishment literario. «¿Un músico, Nobel de Literatura¿ Por favor…». Eso es lo que hemos estado oyendo desde que el jurado falló el premio. Pero la verdad es que Bob Dylan ha acercado la Literatura a la gente que no lee. Es una paradoja, es cierto, pero no deja de ser verdad.

Opiniones al margen, es un hecho que el folk fue durante mucho tiempo (y lo es todavía en ciertas zonas del país) la forma mayoritaria de expresión del pueblo, de aquel que o no sabía leer o no tenía acceso a libros. Las canciones folk eran poemas sin autor conocido cantados por “trovadores”, al más puro estilo de los aedos griegos. Bob Dylan llevó eso al gran público, lo comercializó, lo difundió, lo universalizó. Y fue muy criticado por ello, por los puristas del folk, que se decían unos a otros: “¿Quién es este crío para componer canciones folk? Las canciones folk no se componen; se pasan de unos a otros”. Y no digamos cuando firmó con grandes compañías…

Dylan luchó durante mucho tiempo en ambos frentes: los tradicionalistas del folk y la música tradicional norteamericana, por un lado, y la industria musical, por otro. No encajaba en ningún bando y aun así siguió haciendo lo que quiso: llevar el folk a los escenarios, llenarlo de influencias tan dispares como el blues, el rock y el pop, y crear composiciones propias.

El Nobel a Dylan no es cuestionable, menos si lo concebimos como un Nobel de reconocimiento a la música como forma de literatura. ¿No creen en serio que Masters of War no es una obra de arte? Y lo despreciamos sólo porque es una canción.

Pero a lo que íbamos: ¿por qué Patti Smith es la mejor representante (incluso mejor que él mismo) que ha podido tener Dylan en la ceremonia? Verán: ella misma es una poeta, además de una de las estrellas de rock más queridas. Según ella misma ha contado en una columna publicada el pasado miércoles en el New Yorker, Dylan forma parte de su existencia desde que su madre le regalase uno de sus discos a los dieciséis años. «Se me ocurrió entonces que, aunque no había vivido en el tiempo de Arthur Rimbaud, sí que existía en el tiempo de Bob Dylan», escribe Smith describiendo sus sentimientos alrededor de esta actuación. 

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Juntos compartieron gira en 1995, en la reaparición en la escena musical estadounidense de ella tras la muerte de su marido, Fred ‘Sonic’ Smith, aunque su relación viene de antes, concretamente de 1975, cuando la banda del aún no laureado tocó en el Better End el 26 de junio de 1975. Patti ni siquiera había grabado su primer disco, ‘Horses’, todavía, pero ya acaparaba cierto espacio en la crítica y en la prensa por sus recitales poéticos y otras incursiones en el arte. Cuenta Smith en una entrevista que cuando Dylan se dio cuenta de que ella estaba allí, se le acercó y que los dos daban vueltas «como pitbulls». Entonces él le preguntó si había poetas por allí. ¿Su respuesta? «Ya no me gusta la poesía. ¡La poesía es una mierda!». Según recuerda Patti, pensó que había actuado como una idiota y que su ídolo no volvería a dirigirle la palabra nunca más, pero al día siguiente, la imagen de ambos acaparaba la portada del Village Voice.

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Unos días después volvieron a cruzarse en la calle Cuatro neoyorkina. Entonces él se metió la mano en la misma chaqueta que llevaba aquella noche y sacó la foto en cuestión. «¿Quiénes son estas dos personas? ¿Sabes quiénes son estas personas?», le preguntó sonriendo. Entonces fue cuando Patti supo que todo estaba bien entre ellos.Después de aquello, muy de seguido, volvieron a coincidir en una fiesta en la casa de Allen Ginsberg en Greenwich Village, donde el fotógrafo Ken Reagan tomó las famosas fotos de los dos hablando en las escaleras. 

bdpsposterEn aquella gira en la que Bob Dylan animó a Patti a volver al redil cantaron juntos ‘Dark eyes’ en los siete conciertos que dieron durante el mes de diciembre. El periodista Al Giordano contaría el momento en su artículo en el Boston Phoenix ‘On the road with Patti Smith and Bob Dylan‘. «Dylan llama a Patti al escenario. Ella está a su lado, humilde y orgullosa. Ella canta los versos, y Dylan se une a ella para las líneas del estribillo. Él la mira a los ojos mientras canta desde el mismo micrófono, sonriendo de oreja a oreja».

Según cuenta Giordano, la emoción era patente en aquellas puestas en escena, pese a que la primera vez que interpretaron la canción no consiguieron encajar del todo. Pero el público sabía que a Smith los versos se le entonaban desde el alma y que Dylan no estaría haciendo esa colaboración, de una canción que había interpretado tan pocas veces, si no quisiera hacerlo de verdad. Dos partes de la historia viva de la música se entrelazaban en el escenario.

En la elección de Patti de esta canción se deja translucir también el por qué del Nobel de Literatura al cantautor. «Elegí ‘Dark Eyes porque es una de sus canciones menos conocidas, y porque creo que la letra es muy hermosa. Está en la tradición de Milton y Blake. Los versos se componen como en un poema».

Y, miren, la reina del punk cantando una canción folk en el escenario encorsetado de los Nobel, rodeada de puristas de la literatura, con su camisa abotonada y su pelo despeinado, es lo mejor que se ha visto en mucho tiempo.

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Bob Dylan y Patti Smith interpretando ‘Dark Eyes’ en Orlando en 1995. Foto: Andrea Orlandi.