La Línea de Fuego

Leer por mucho que duela

El miércoles abrí mi buzón y encontré un sobre grande de Planeta con un libro tamaño cuartilla dentro. En la portada en color crudo destaca el título en letras rojas y el dibujo sencillo de una máquina de escribir que, sin embargo, puede parecer pretencioso, pero cobra sentido en cuanto lees la introducción que Tyler Knott Gregson hace de sus poemas en este pequeño volumen de 157 páginas traducido por Loreto Sesma y publicado por EspasaEsPoesía. Y es que los textos que componen Por mucho que duela fueron escritos en una vieja máquina de escribir. El primero, en la misma tienda donde el autor se hizo con ella.

A partir de ese primer poema, Por mucho que duela es precisamente eso, una colección de poemas que no puedes dejar de leer aunque escuezan en la memoria o en el presente, de la misma manera que él no pudo dejar de escribir en esa vieja máquina de escribir. Es en la introducción del libro donde Knott nos da la clave común de todos los poemas que lo componen: la «premura; esa particular incapacidad para borrar, corregir y cambiar que conlleva utilizar una máquina de escribir; el ininterrumpido río de pensamientos». Y con esta afluencia de palabras, el autor quiere dejar constancia de las pequeñas cosas, los momentos minúsculos, las miradas instantáneas, como si de una fotografía se tratase (cuando no escribe, Knott Gregson es fotógrafo), captando lo cotidiano para que perdure en el tiempo.

A lo largo de los poemas, los temas se suceden teniendo en común esa necesidad de cotidianidad que se desvela en un puñado de versos, en ocasiones acompañados por dibujos sencillos que dotan al poema de una lectura extra. Podemos encontrar el sempiterno tema del amor y su consecuente desamor y abandono, textos intimistas con metáforas que aluden en muchas ocasiones al mar, pasando por alusiones a la depresión («Por cada mañana/ en la que despiertes,/ hay alguien/ deseando,/silenciosamente y en secreto,/ no haberlo hecho) hasta llamadas a continuar un camino en busca de la armonía, la positividad.

A veces miras hacia arriba y parece haber muchas más estrellas que nunca. Muchas más. Arden más brillantes y centellean más y no desaparecen de tu vista cuando vuelves la cabeza. Es como si hubiesen aparecido para nosotros y para recordarnos que su luz tardó mucho en llegar, y que, si nunca hubiésemos tenido la paciencia de esperar, nunca las habríamos visto aquí, esta noche, así.

Que, por mucho que duela, a veces es todo cuanto puedes hacer: esperar, aguantar y seguir brillando, sabiendo que, al final, tu luz llegará a donde tiene que llegar y brillará para quienes tiene que brillar.

Nunca es fácil, pero siempre merece la pena.

Asimismo, a lo largo de las 157 páginas que componen el volumen juega con las formas de los textos, que van variando desde el verso corto, definido y conciso, a la prosa poética, con un lenguaje sencillo, que no cae en la rimbombancia. Palabras y formas sencillas para sentimientos cotidianos con los que cualquier lector puede sentirse identificado.

Las tormentas vendrán y los vientos se elevarán y las ráfagas amenazarán con arrancarte de tus raíces. Deja que vengan los vientos. Deja que se enfurezcan y sepan que no van a quebrarte, que te doblarás. Dóblate. Dóblate siempre porque eres más fuerte de lo que imaginas, porque eres mejor que romperte.