La Línea de Fuego

Cecilia Ștefănescu: «Relaciones enfermizas es una novela joven, imperfecta, pero en la que está mi voz»

La Feria del Libro con su cielo encapotado en el parque del Retiro me brindó la oportunidad de encontrarme el pasado martes 5 de junio con la escritora Cecilia Ștefănescu. Esta escritora rumana, país en torno al que se celebraba la feria este año, había venido para hablar de su novela Relaciones enfermizas, traducida recientemente al español y editada por Dos Bigotes.

Cecilia, Camelia, traductora que ha acompañado a la escritora por si tenemos algún problema con el inglés, y yo decidimos buscar un banco más alejado del bullicio de la feria para poder hablar tranquilas. Cuando lo encontramos, nos sentamos y comienza nuestra charla. Cecilia se emociona al hablar de esta, su primera novela, la que tuvo escrita durante algún tiempo antes de dar el paso definitivo y decidirse a publicarla. Me cuenta Cecilia cómo en Relaciones enfermizas se pueden ver todas las voces de los y las escritoras que le han influido. Además, se puede ver su ruptura con la poesía, ese género literario que considera el más difícil y con el cual experimentó una ruptura al darse cuenta que lo suyo no era la poesía. Sin embargo, a lo largo de esta novela se puede ver la huella de ese amor que no floreció y es que numerosos pasajes, en especial los que se encuentran en cursiva, están llenos de poesía.

Cecilia me cuenta que, sobre todo, lo que se puede ver en esta novela es su «propia voz», una voz joven e inexperta, pero su voz. Recuerda como aprendió en la universidad que una novela es buena cuando se puede reconocer la voz del autor en la misma y cómo sintió que, aunque fuera una voz inexperta, pues era su primera novela, ella reconoció su propia voz en esta obra. «No es una forma egocéntrica de asegurar que esa novela es buena porque está mi voz en ella sino que es una novela joven, imperfecta, pero en la que está mi voz», afirma Cecilia.

Ștefănescu confirma que Kiki y Alex, las protagonistas de esta novela y que, a mi juicio, son unos personajes realmente complejos, están basadas en experiencias de su propia infancia. Me cuenta que en su infancia, Rumanía vivía en un régimen comunista en el que la gente se veía forzada a abandonar el barrio antiguo de la ciudad, barrio en el que ella vivía. Esta situación hizo que de un día para otro Cecilia viera a sus amigos «desaparecer» y, por ello, experimento una infancia llena de rupturas que culminó con el divorcio de sus padres.

Cecilia afirma que hay que leer esta novela como «una historia de amor, sobre el amor y sobre encontrarte a ti misma, ¿qué es lo que quieres? ¿dónde están tus límites?». Hablando del amor, hay un momento en esta novela que es una perfecta metáfora de esas relaciones de amor que ahogan, de esas relaciones enfermizas. Este momento no es otro que cuando Kiki cuenta que de tanto regar a su cactus lo mató, pero que ella lo hacía con mucho amor.

Igual que amaba al cactus al que regué (¡por amor!) durante días y días y que murió ahogado, con las raíces podridas. ¡Espero que muriera feliz!

Esta metáfora es perfecta para explicar esas relaciones de amor romántico en las que no puedes respirar. Cecilia achaca estás dinámicas de querer poseer a la otra persona a la educación sentimental que hemos recibido que resume magistralmente en la frase «tú eres mía y yo soy tuya».  «Es muy importante para nosotros vivir en un mundo que entienda que la felicidad es solo un momento», porque esto, tal y como explica Ștefănescu te hará buscar a una persona para ser feliz pero siendo consciente de que ni esa felicidad, ni esa relación serán eternas.

La menstruación, como se presenta en la novela, muestra el taboo que sigue existiendo en torno a esta parte de la vida de las mujeres. En la novela, la primera menstruación se presenta casi como una enfermedad. Cecilia afirma que este tratamiento está basado en su propia experiencia ya que nunca le enseñaron ni le hablaron a cerca de la menstruación. «Algunas chicas se asustaban cuando tenían la menstruación porque no sabían lo que estaba pasando», afirma Cecilia, ya que para muchas madres «la menstruación sigue siendo algo de lo que avergonzase, mientras que no es nada más que algo natural».

Relaciones enfermizas fue publicada en 2002, solo un año después de que se despenalizara la homosexualidad en Rumanía. Sin embargo, Cecilia afirma que toda la represión que ha sufrido su país y esa demonización de los homosexuales es difícil de erradicar. Por tanto, como en la mayoría de países, aunque hay leyes igualitarias para los homosexuales, la homofobia sigue existiendo. «Tenemos que luchar contra esto» apunta, «la literatura, y todas las artes, tienen poder para ello porque pueden mostrar la diversidad y demostrar que la libertad es lo más importante». Cecilia no confía en la política y en las leyes para cambiar la sociedad sino que afirma que estas leyes y esta política solo cambia si la gente realmente reclama los cambios.

Pero, a medida que pasaba el tiempo, el chicazo con pantalones y chaqueta de terciopelo transmutaba en una señorita atrevida, fumadora y depresiva, enamorada de un montón de cosas.

La Feria del Libro de este año fue inaugurada con el discurso del escritor Mircea Cărtărescu. En el mismo habló sobre numerosos escritores de la literatura universal, todos eran hombres. Cărtărescu se olvidó de las mujeres, incluso cuando nombró una obra escrita por una mujer, prefirió hablar de Harry Potter en vez de su autora J.K. Rowling. Además, utilizó este ejemplo para criticar la literatura de superventas. Cecilia reconoce que no ha escuchado el discurso y que aunque conoce a la persona «no quiere excusarle ni opinar de algo que no sabe».

Sin embargo, la autora cree que este olvidó de Cărtărescu, quien fue profesor suyo durante su etapa universitaria, se debe a un «lapsus patriarcal». Así define la escritora rumana al hecho de que cuando te pregunten por tu escritor favorito o director de cine, o pintor, tu cabeza siempre seleccione uno de esos grandes nombres de la historia, que, por desgracia, siempre han sido hombres.

Cecilia afirma que actualmente el mundo literario en particular y el de las artes en general está lleno de mujeres que crean y que, por tanto, debemos apoyar este arte con nombre de mujer para que sus nombres lleguen también a la historia. Cecilia apoya un feminismo que incluya a los hombres, en el que tanto mujeres como hombres puedan desarrollar sus artes en igualdad de condiciones. «Hay que huir de los discursos de odio y buscar la igualdad y la empatía como valores para la humanidad».

Cuando pasamos a hablar de movimientos como el #Metoo o #cuentalo, Cecilia se muestra segura de que son movimientos muy importantes para poner luz donde hubo oscuridad, para señalar «los abusos que han sufrido las mujeres». Sin embargo, aunque Cecilia afirma que es muy importante ver a grandes mujeres del mundo del cine reclamar estos abusos, me cuenta que, por desgracia, son las mujeres pobres las que sufren más abusos y, al encontrarse en una situación más vulnerable, tienen más difícil denunciar estos abusos y estas agresiones, «estas mujeres deberían tener derecho a hablar de sus abusos».

Para terminar la entrevista le pregunté a Cecilia su percepción sobre la misoginia y el machismo en la literatura. Ella se considera afortunada por haber podido crecer profesionalmente en un circulo literario de hombres y mujeres donde nunca ha sufrido una agresión por ser mujer. Sin embargo, afirma que «esta es su experiencia» y que, por desgracia, no es la norma.