La Línea de Fuego

El legado afrofuturista de Octavia Butler

Octavia Butler
Octavia Butler, vía Black History Wiki.

No es ningún secreto que la ciencia ficción ha sido históricamente un territorio minado de nombres masculinos: Aldous Huxley, Stanislaw Lem (mi gran descubrimiento del año pasado), George Orwell, Ray Bradbury y Anthony Burgess son algunos de los más sonados. De los que se citan en artículos y se estudian en la universidad. Al menos, desde que el por lo general rancio ámbito académico admitiese que la ciencia ficción, el rock o los videojuegos también pueden ser objeto de análisis literario y estético.

Sin embargo, durante las décadas de los 60-70-80 (casualmente años de la segunda ola del feminismo) un buen puñado de autoras encontraron en las historias de mundos imposibles, seres extraterrestres y sociedades distópicas el género donde volcar las preocupaciones y las cuestiones del movimiento feminista de aquellos años. Donde poder llevar a cabo experimentos literarios con los roles de género (Joanna RussThe Female Man), donde explorar las construcciones en torno al género (Angela CarterThe Passion of New Eve), o donde dibujar una sociedad resultado de todos los tentáculos del patriarcado (Margaret AttwoodThe Handmaid’s Tale).

Si una escritora de ciencia ficción era algo atípico hasta hace bien poco, una escritora negra de ciencia ficción lo es aún más. Ciencia ficción fuera de los cánones en la mayoría de los casos, además. Es el caso de Octavia Butler, nacida un día como hoy en 1947. Es una de las pioneras del afrofuturismo, corriente artística y estética que tiene su ejemplo cinematográfico más cercano en Black Panther, pero que está dando grandes nombres en el panorama literario, como  Marlon James y Nnedi Okafor.

Butler comenzó a publicar sus primeros relatos a principios de los 70, y su primera novela, Patternmaster, llegó a las librerías en 1976. Sus obras son casi indescriptibles. Kindred (Parentesco), quizá su novela más internacional y una de las pocas traducidas al castellano, trata de una joven californiana, Dana, que viaja al sur esclavista de 1800 y conoce a sus antepasados. Viajes en el tiempo y ficción histórica se mezclan con reflexiones sobre raza y género.

Sus obras son fascinantes. Siempre se cita y estudia a Ursula K. Le Guin y Margaret Attwood y aunque, como siempre, estos temas son subjetivos, Butler es la maestra. Su ciencia ficción es aguda, incómoda y dura, profunda y maravillosa, en todos los sentidos de la palabra (también en el literario).

Un impacto cultural aún por descubrir

En un ensayo imprescindible escrito en 1980 cuenta que estaba en su clase de escritura creativa y un profesor dijo a otro estudiante que no debía introducir personajes negros en sus historias, a menos que la «negritud» (blackness) del personaje fuese esencial para el argumento. «The presence of blacks, my teacher felt, changed the focus of a story, drew attention from the intended subject», escribe Octavia en su ensayo.

Esta escena sucedida en 1965, cuando Butler comenzaba a estudiar trabajando a la vez como secretaria, se le vuelve a repetir en 1979, y esta vez las palabras son dichas por otro escritor de ciencia ficción. Las obras de Butler no son siempre como Kindred, de corte más histórico y «realista» (?). La mayoría contestan precisamente a ese profesor de la Universidad de California. En otra de sus piezas más estudiadas, el relato corto Bloodchild, juega con el género, los roles, y también la raza. No se puede decir más porque, como decía, es indescriptible: podéis leerlo aquí

Octavia Butler hubiese cumplido hoy 72 años. Se fue demasiado pronto, dejando una influencia cultural enorme. Sus obras han servido de inspiración a músicos, a cineastas, a artistas y por supuesto a escritores. El impacto de su obra, no obstante (creo), está aún por descubrir.