La Línea de Fuego

Ladrad, perras, ladrad

Hoy 14 de octubre se celebra el Día de las Escritoras. Hoy 14 de octubre sale a la venta El coloquio de las perras de Luna Miguel (editado por Capitan Swing). No es casualidad que está obra salga en un día como hoy. Me atrevería a decir que en este 2019 es la mejor obra para celebrar este día, pero es solo la opinión de una lectora apasionada de este coloquio y de estas perras.

El coloquio de las perras es a la vez un homenaje, una alabanza y un reconocimiento a 12 autoras de habla hispana. En verdad, aparecen muchos más nombres que esos 12, pero son esas las 12 perras que conforman este coloquio.

Hay autoras muy conocidas: Elena Garro, Alejandra Pizarnik o Gabriela Mistral. Otras que no lo son tanto, o al menos no lo eran para mí. Pita Amor, Alcira Soust Scaffo o María Emilia Cornejo.

Luna rinde homenaje a estas autoras desmontando todos los mitos que se crearon en torno a sus vidas. Analizando cómo las han definido por sus maridos, por sus locuras. Luna destierra aquí la idea de las poetas malditas por la locura y analiza cómo el termino de «escritor maldito» rodea con un aura de brillantez e inteligencia a los escritores macho, mientras que las «escritoras malditas» son mujeres locas que intentan escapar de esta locura a través de su escritura.

Me ha gustado especialmente de este obra como se muestra que estas escritoras se conocían entre ellas. Algunas tramaron amistades, otras no se soportaban. Muchas fueron apoyo para las otras. Siempre se nos han presentado a las escritoras como «genias solitarias», sin encajar en las generaciones de sus compañeros masculinos y sin tener nunca una generación de escritoras. Pero no es verdad, no fue así.

«Aunque se nos vendieran como vidas separadas y solitarias, alejadas de toda la escena literaria del momento, muchas escritoras hispanoablantes se mantuvieron conectadas, se apoyaron y se influyeron las unas a las otras.»

Como por ejemplo, Rosario Ferré y Marvel Moreno. Nunca se conocieron en persona pero mantuvieron una relación por carta y teléfono que germinó en una bellísima amistad. De hecho, la primera se volcó en la publicación de los cuentos de la segunda. Sororidad.

El coloquio de las perras es, como diría Rosario Ferré (escritora de la que Luna toma el título de esta novela), una buena prueba de que «la ira ha sido el incentivo para que muchas mujeres escriban bien». La ira que despierta el hecho de que no te valoren por tu escritura sino por tu belleza y tu juventud. La ira de ser una mujer negra y pobre a la que todos gritan «¡negra!». La ira de que los problemas de tu matrimonio interesen más que tu obra.

Esta obra ha abierto un montón de ventanas cerradas en mi cabeza. Reconozco que ha sido doloroso darme cuenta de lo poco que sé y de lo poco que he leído a aquellas que comparten mi lengua. E incluso a aquellas que han vivido donde yo vivo. Me duele darme cuenta de que no he leído nada de Agustina Gónzalez, a pesar de que Ménades Editorial ha reunido sus tres libros de pensamiento en Clemencia a las estrellas.

Me duele ver cómo cuando me di cuenta de que los escritores macho poblaban mis estanterías empecé a leer mujeres, pero mujeres blancas, anglosajonas, occidentales. Mujeres «guays». Descarté a antiguas autoras hispanoablantes porque «no molaban». Todo esto duele, pero duele un poco menos cuando ves que una escritora como Luna no solo ha cometido errores como los tuyos sino que se atreve a contarlos en esta obra.

He terminado de leer El coloquio de las perras con una inmensa lista de obras que tengo que leer. Con una inmensa lista de nombres de autoras de las que quiero saberlo todo. Hay que leer a estas perras. Hay que celebrar a estas perras. Feliz Día de las Escritoras.