La Línea de Fuego

Discípulas de Nora Ephron

I believed in journalism. I believed in truth.

Nora Ephron, Journalism: A Love Story

Nora Ephron
Nora Ephron en la década de los 60, en una imagen del documental Everything is copy (HBO)

En verano, escuché en un podcast la recomendación de una serie de Amazon Prime: The Bold Type. Empecé a verla y prometía ser una serie entretenida, contenido «feel good», tirando a superficial pero agradable y con la amistad entre mujeres como tema principal. No está mal, pensé. Perfecta para el verano y la jornada intensiva. Pero entonces, en un capítulo, se menciona a Nora Ephron.

A lo largo de los capítulos comienza, además, a tratar temas muy actuales, complejos y controvertidos, de forma más o menos acertada pero nunca de forma simple: el feminismo millennial y sus contradicciones, la nueva política, lo queer, el racismo y las nuevas masculinidades se mezclan con moda, sexo, fiesta y la Nueva York más bella y aspiracional, la que hemos visto hasta la saciedad en la pantalla.

Está protagonizada por tres amigas que trabajan en una revista de moda, una pseudo-Harper’s Bazaar quizás, más moderna y comprometida políticamente que Vogue. Una de ellas es periodista («writer» más que «journalist», ese tipo de periodista tan estadounidense, versátil, que escribe tanto reportajes y crónicas como temas más personales), otra es la directora de redes sociales y la tercera trabaja en el departamento de moda.

Y es el primer personaje el más interesante, no por su complejidad, sino por lo que representa. Es una más de la legión de admiradoras y discípulas declaradas de Nora Ephron (¿por qué se tuvo que ir tan pronto?): cree en el poder que tiene una historia bien contada y reverencia a su editora, que a su vez trata con mimo cada artículo que le presentan sus redactores.

Y bien, nosotras somos periodistas en un país en el que eso es una utopía. Quizás alguna vez fue así, pero desde luego ni yo ni nadie de mi generación lo ha conocido ni lo conocerá. La figura del editor es inexistente, y pasar una semana trabajando y puliendo a conciencia un artículo sobre tu congelación de óvulos, una utopía.

El amor por una buena historia

Nora Ephron es la quintaesencia de la periodista que muchas de nosotras aspirábamos a ser. Ahonda en sus experiencias personales con la combinación justa de ironía, cinismo (algo de lo que ella se sentía muy orgullosa) y falta de pudor para tratar temas universales (de mujer blanca burguesa, todo hay que decirlo).

Trabajó en medios como Newsweek y el New York Post. Escribió sobre enamorarse de tu casa (enamorarse de verdad), sobre la tiranía de la feminidad (siendo ella la primera en caer en sus garras y reconocerlo) y sobre política en las mismas páginas en las que sesudos señores desgranaban la actualidad con ínfulas de grandeza, a la vez que despotricaba sobre la incomodidad de llevar bolso.

Exhibía su brillantez cómica e intelectual en artículos y columnas supuestamente para mujeres. Me atrevería a decir que es una de las mejores periodistas estadounidenses del siglo XX. No tenía miedo a nada; estuvo casada con Carl Bernstein, uno de los reporteros que destapó el caso Watergate, y sabía quién era Garganta Profunda y lo iba desvelando por fiestas y cenas.

Porque Nora seguramente querría ver a Nixon derrocado, pero su lucha iba por otro lado.

Y nosotras somos, todas, sus discípulas.

Nora Ephron y el periodismo

En The Bold Type se suceden conversaciones que para quien no sepa del mundillo periodístico pueden pasar por alto, pero para nosotras (las que crecimos pensando en Nora, en Didion, en Wolfe, en los grandes nombres que rompían moldes) no lo es.

«¿En qué enfoque estás trabajando para este artículo?», «¿Cuáles son tus fuentes?», «Esta historia tiene potencial pero necesita más trabajo, una nueva perspectiva»… Esas palabras son miel para nuestros oídos. Y no puedo evitar imaginarme a una joven Nora en la sala de edición del New York Post, trabajando en sus historias, sus perspectivas, sus fuentes.

For many years I was in love with journalism. I loved the pack. I loved smoking and drinking Scotch and playing dollar poker. I didn’t know much about anything, and I was in a profession where you didn’t have to.

Nora se terminó desengañando un poco del periodismo, como todas. Cuando era joven, cuenta en un ensayo, no entendía cómo alguien podía plantearse escribir ficción en lugar de hacer periodismo, si ya la vida te daba todo el material necesario. Luego ella se rendiría al campo de la ficción y se convertiría en la gran guionista que recordamos.

Quizá es que se dio cuenta de que no hay tanta diferencia entre uno y otra, pero al menos ella pudo tocar el cielo (periodístico) con los dedos.

Y en estas semanas de binge watching de The Bold Type me planteo si es verdad que existe eso, al menos en el microcosmos que es Nueva York, ciudad de sueños rotos, o si son las tribulaciones de un (sospecho que una) guionista que también soñaba con escribir para el New Yorker, para El País en sus mejores tiempos, o para Elle. No he querido buscarlo, porque prefiero seguir imaginándome a una mujer como yo, como nosotras, como tú, reverenciando a Nora y escribiendo una serie que a ella, estoy segura, le encantaría.

Now I know that there’s no such thing as the truth.

A modo de nota

Algunos artículos suyos que se pueden encontrar online:

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