La Línea de Fuego

Jan Carson: «Quise explorar el legado del Conflicto heredado por las nuevas generaciones»

La escritora norirlandesa Jan Carson. © Jess Lowe

Sirena. Sirenas. De las mitológicas, que asoman al río Lagan, y de las que anuncian catástrofes como, por ejemplo, un incendio. O varios. Los Fuegos Altos de un verano de calor asfixiante en Belfast Este. O las bombas y los coches quemados de los años del Conflicto. Todo eso y mucho más está en la segunda novela de Jan Carson.

Los incendiarios (editada en España por Hoja de Lata) es una novela que juega permanentemente con el lenguaje, con las referencias y el simbolismo. Su autora, Jan Carson, es una escritora que trabaja en el sector de las artes comunitarias y vive en Belfast. Ha recibido numerosos premios; uno de los últimos, el Premio de la Literatura de la Unión Europea por esta, su segunda novela.

En su escritura trata los efectos del Conflicto, lo cotidiano y lo heredado, pero usa el realismo mágico para conseguir hacernos pensar.

¿Cómo se gestó esta historia y su proceso de escritura?

La principal idea para Los incendiarios surgió en Washington D.C., cuando estaba participando en una lectura conjunta hace cuatro años. Leí un pequeño extracto de un relato de realismo mágico, seguido de un extracto de un ensayo sobre las hogueras durante el periodo del año en el que tienen lugar las marchas de los protestantes en Belfast. La audiencia asumió que esas hogueras también estaban creadas desde el punto de vista del realismo mágico, y ahí me di cuenta de que había una línea muy fina que conectaba los tropos y símbolos de la cultura protestante con lo fantástico, con lo absurdo.

Es fascinante el uso que haces del espacio: la ciudad, los olores, los sonidos… ¿Cómo fue esa creación del espacio y cuán importante es para ti cuando escribes?

La novela sucede en el área de Belfast donde yo vivo y trabajo actualmente, por lo que la mayor parte la escribí a la vez que me movía por esos espacios, observando muy de cerca a la gente y las situaciones que me rodeaban. Con Los incendiarios supe de inmediato que patear las calles y observar muy de cerca iba a ser esencial, así que me armé con una buena chaqueta impermeable (nunca deja de llover en Belfast) y comencé a recorrerme las calles libreta en mano. La ciudad es casi la tercera protagonista en esta historia.

En ese sentido, me pareció muy interesante cómo todo eso (la ciudad, su gente…) se entrelaza en la novela con la historia reciente de Belfast y sus consecuencias. ¿Cómo fue la creación de ese microcosmos?

Como escritora de realismo mágico, considero que crear un trasfondo realista para mis obras es fundamental y siempre paso más tiempo creando esa parte de la historia que la fantástica. Si mi lector no cree que mis personajes y el entorno puedan ser reales, todo se desmoronará cuando lo extraño, lo fantástico, comience a suceder. Con esta novela fue particularmente difícil, porque tenía que ser objetiva a la vez que observaba a mi propia comunidad, a aquellos con quienes vivo.

Usando lo absurdo y lo fantástico, espero que mis lectores presten atención a los mensajes que intento transmitir.

A partir de ahí, los elementos mágicos o fantásticos me vienen con bastante naturalidad, y tienden a ser alegorías o metáforas ampliadas de temas o conflictos que quiero explorar.

Juegas mucho con el lenguaje y con los símbolos, algo que se puede ver incluso en la edición española. ¿Qué querías conseguir con ello?

La novela comienza precisamente con una reflexión sobre cómo se usa el lenguaje en Irlanda del Norte: “In this city the truth is a circle from one side and a square from the other.”* Quería evocar la idea de que, en un país que ha experimentado un conflicto y posee un legado de segregación, incluso las palabras no tienen un significado definido.

En toda historia hay siempre dos caras. Las frases sonarán diferente pronunciadas por diferentes personas dependiendo del contexto socio-político o religioso. Como alguien que ama profundamente las palabras y el lenguaje, no pude resistir la oportunidad de explorar esta idea a lo largo del libro.

En esa línea, me imagino que los símbolos son particularmente importantes en un lugar como Irlanda del Norte. ¿Quisiste reflejar eso con esta historia?

El lenguaje, los símbolos, están por todas partes en Irlanda del Norte. Crecí en una comunidad presbiteriana y debo mi temprana fascinación por las palabras y el lenguaje a una infancia cimentada en el rico y poético lenguaje de la versión de La Biblia del Rey Jacobo.

Además, en Belfast usamos constantemente los símbolos para plasmar la división y el sectarismo: por todas partes hay banderas y murales paramilitares y políticos. Sin embargo, esto está cambiando: desde el Good Friday Agreement, hay una intención cada vez mayor por cambiar los símbolos que nos definen y por que la ciudad tenga más murales y pinturas artísticas. Por ejemplo, nuestro desfile del Orgullo anual ha sustituido a las marchas protestantes del Doce de Julio.

¿Cómo se relaciona todo esto (las hogueras, los símbolos, el realismo mágico, la historia…) con la masculinidad o, mejor, las masculinidades, que tienen una importancia fundamental en la novela?

Hay muchas formas en las que el legado del Conflicto puede verse en la Irlanda del Norte contemporánea. A través del personaje de Mark («el Incendiario») planteo la pregunta de si la violencia puede pasar de una generación a otra o si es algo que una sociedad rota cría en sus miembros más jóvenes.

Portada de la edición en inglés.
Portada de la edición en castellano.

Con Sammy y Jonathan también quería explorar los problemas de salud mental que padecen muchos hombres en Irlanda del Norte. El Conflicto nos dejó una cultura de silencio y vergüenza en torno a hablar acerca de los traumas experimentados por mucha gente, y es algo que he visto en muchos hombres con los que me he encontrado en mi trabajo en centros artísticos comunitarios, hombres que como Sammy y Jonathan viven con depresión y problemas severos de salud mental como resultado del Conflicto y son incapaces de reconocerlo.

Si no te importa que te pregunte, como alguien que vive y trabaja allí y como escritora que observa a su comunidad, ¿cómo crees que afectará el Brexit a la población, y a la cultura y las artes, en Irlanda del Norte?

Podría escribir, y lo he hecho, ensayos sobre la cuestión. La verdad es que ninguno de nosotros sabemos cuáles serán las implicaciones del Brexit, pero sospechamos que no serán positivas.

Podríamos estar ante una ruptura con el Reino Unido, ante una Irlanda unificada, ante una crisis económica o ante una vuelta al Conflicto.

El sector artístico en Irlanda del Norte está gravemente desprovisto de fondos, y suele ser el primer sector en ser recortado en tiempos de crisis, que es, en mi opinión, una decisión muy corta de miras porque ha jugado un papel central en el proceso de paz y reconciliación desde 1998.

Finalmente, una última pregunta: ¿nos recomendarías algunos escritores norirlandeses actuales?

He disfrutado mucho recientemente Sweet Home, de Wendy Erskine (relatos), Tennis Lessons de Susannah Dickey (novela), Diary of a Young Naturalist de Dara McAnulty (no ficción) y If All The World And Love Were Young de Stephen Sexton (poesía).

*En la traducción de Clara Ministral en la edición de Hoja de Lata: «En esta ciudad la verdad es un círculo si se mira desde un lado y un cuadrado si se mira desde el otro».