La Línea de Fuego

Bárbara Carvacho: «Ser abortista en Chile es vivir enfrentando barreras personales, familiares, legales»

Yo soy bastante nadie, por eso pongo el yo antes del soy. No soy famosa mujer rota ni privilegio hecho vagina. Soy nadie, nadie con un colchón que entendió que el límite entre saberse y perderse es pequeño y caro, como una pastilla de misoprostol.

Estas palabras pertenecen a un extracto del libro Y tú, ¿tan feliz? de la periodista y escritora chilena Bárbara Carvacho (@barbcarvacho). En esta obra, Carvacho nos explica con pelos y señales cómo fue abortar en Chile. Los detalles son exhaustivos en cuanto a dinero, número de pastillas, sangrados vaginales y esas amigas que no temen asomarse contigo a la taza del váter para rebuscar entre los restos de orina y sangre si ese pequeño trozo de endometrio (al que algunos otorgan ya la categoría de feto vivo y le conceden más derechos que a la mujer que lo engendra) ha sido por fin expulsado de tu cuerpo.

La primera mitad de la obra se centra en relatar detalladamente el proceso de aborto clandestino. La segunda reflexiona sobre mil conceptos que afectan a que las mujeres no puedan tener derecho sobre sus propios cuerpos. A saber: maternidad, amor romántico, catolicismo, Estado femicida.

  • En este libro has vaciado tus entrañas y las has exhibido para que ninguna mujer que quiera abortar vuelva a sentirse sola. ¿Cómo has afrontado convertirte en una abortista en un país donde el aborto se considera asesinato?

Ser abortista en Chile es vivir enfrentando barreras personales, familiares, legales. Tomar la decisión viene acompañada de miedo por las repercusiones que puede traer; el miedo de saber que puedes morir en la clandestinidad, el terror de imaginarte en la cárcel, el pudor de contarlo en una sociedad sumamente conservadora y religiosa.

Bárbara Carvacho

Vivir mi aborto y digerirlo fue duro, pero el proceso de contar y aterrizar para transformar mi historia en un relato colectivo que sirviera como aporte, fue sumamente sanador. Fue el mismo proceso de escritura el que me llevó a liberarme de culpas y pesares, buscando datos y otros casos fue que comprendí que esa culpa tan católica tiene que quedarse precisamente ahí, en la iglesia, sin interferir en mi existencia, en mi cuerpo.

Tuve mucho miedo al momento de la publicación, inscribí el libro como un trabajo de ficción para no enfrentarme a la persecución de los grupos extremistas religiosos que tanto disfrutan llamarse provida, cuando sabemos que en realidad son anti-derechos de mujeres.

También tuve miedo de expresarlo a mi familia. Mi mamá se enteró sólo unos días previos al lanzamiento oficial. Le mandé un mail con el PDF final para que se preparara y su respuesta fue como Chile mismo, como yo misma: ella también pasó por un aborto y jamás pensó que le contaría a alguien. Recién conociendo mi historia fue que se animó a revelar su propia historia. Eso se replica con muchas chicas, conocidas o extrañas de internet, que se han dado el tiempo de contarme cómo el libro las ayudó a abandonar estos sentimientos tan feos a los que nos expone Chile.

  1. Y tú, ¿tan feliz? es el perfecto ejemplo de cómo la autoescritura tiene un gran poder de cambio social. Todas esas nadies tienen que alzar la voz para crear simbólico feminista. Eso es lo que has conseguido tú aquí. ¿Fue difícil escribir este libro?

Fue difícil. Más arriba tiro algunas líneas sobre esas dificultades, pero puedo abarcar otras, menos personales. El mundo editorial en el que intenté introducir mi historia también fue como Chile mismo: una experiencia tan íntima como universal no parecía tener cabida en sus catálogos.

Si escribirlo, como tal, fue sanador, intentar que viera la luz fue durísimo. Nos enfrentamos a varias puertas cerradas junto a Editorial La Secta, una colectiva de 12 escritoras que se conforma, justamente, por la compleja recepción que tuvo el manuscrito en las editoriales ya establecidas. Del camino duro salió algo precioso, que es La Secta, espacio que ya prepara su tercera publicación, donde las 12 nadies que la conformamos nos damos la libertad de transformar la autoescritura en un significante para las otras.

  1. Analizas el amor romántico como el verdadero culpable de los asesinatos que sufrimos las mujeres. ¿Cómo crees que debemos combatir un ideal que está tan arraigado?

Me encantaría tener esta respuesta, pero es un trabajo que sigo haciendo. O casi. Creo que el trauma que deja el amor romántico es largo, y estoy en ese camino de recuperación de autoestima, de confianza, de valoración. Y creo que por ahí mismo va la solución: por nada del mundo considerar la idea/posibilidad de que tu confianza, tu valor y estima quede en manos de otra persona, mucho menos un vínculo amoroso que debería ser un aporte a tu existencia y no un constante cuestionamiento a la misma.

Supongo que es un trabajo para toda la vida. Va más allá de ser heterosexual o lesbiana o bi, creo que pasa por las propias construcciones que nos llevan a depositar tanto de nosotras en un/a/e otre. Se combate a diario y, probablemente, para siempre, hasta que logremos liberarnos de las ataduras que significa este romance tan apasionado que puede acabar con tu vida.

  1. El instinto maternal es un concepto desestimado por la Academia pero que sigue vigente en la sociedad. ¿Cómo podríamos reapropiarnos de la maternidad?

Justo por estos días pienso mucho en esto. En mis amigas madres que lo pasan tan bien y tan mal a la vez. En aquellas que ya cerraron la puerta definitivamente. Pienso en mi propio caso, ¿realmente no voy a ser mamá? Pasé de estar segura de mi decisión a pensar en la inseguridad que me provoca el perderme algo tan mágico, íntimo y propio como lo es embarazarse, decidir ser madre y formar a alguien más. Tópicos como el cuidado, las demostraciones de afecto desinteresadas y responsables, y la posibilidad de construir a un/a integrante del futuro, empezaron a saltar en mi cabeza. Quizás me dio una especie de fomo la idea de no ser madre, pero lo superé.

Creo que podemos depositar en otros vínculos todos esos sentimientos socialmente ligados a la maternidad. Podemos cuidar a nuestras amigas, podemos contribuir en la educación de los seres más pequeños del mundo, podemos formar, amar y proteger sin necesidad de cargar con el rotulado de madre.

Ahora, la maternidad como tal, me parece que solo será recuperada cuando se entienda como una condición que, por sobre todas las cosas, se elige. Cuando la maternidad sea una decisión y no una obligación, será totalmente nuestra. Por el momento, sigue siendo una condición en la que se involucran demasiados entes: dioses, políticos, políticas de salud y justicia, parejas, familiares, y, por último, la mujer.

  1. Como bien dices, en Chile, y en muchos otros lugares del mundo, las mujeres estamos tomando la responsabilidad de hacer valer nuestros derechos. Me gustaría que me contarás un poco más del movimiento feminista en Chile.

Si hay una fuerza civil organizada a la que este país le debe cosas como el “funcionamiento” de la democracia, el velar por los derechos laborales, reproductivos y educacionales de toda la población chilena, es el movimiento feminista.

Portada de la edición española

Es histórico el trabajo que se ha hecho. Desde la dictadura de 1973, y desde mucho antes de aquello, la doble labor de ser cuidadoras (de niños y de derechos) ha sido fundamental. Lo que se ve y vive en todo el mundo, la fuerza de la organización feminista, se replica. Siento que con creces por las limitaciones que entrega nuestra constitución, el conservadurismo, y las tradiciones de Latinoamérica. Sin duda es un camino difícil de recorrer, como en todos lados, pero año a año son más las colectivas, encuentros, uniones entre mujeres de diversas disciplinas y oficios que entienden que en la comunidad están todos los cimientos para las victorias que nos urgen: trabajo doméstico remunerado, valorización del trabajo de cuidado, derechos reproductivos y sexuales, cese de las torturas modernas como lo son la maternidad infantil, y la imperante necesidad de dejar de ser asesinadas.

Hablo de los cimientos de estas victorias porque los últimos años han demostrado cómo poco importa que seamos la marcha más masiva de la región para el 8 de marzo, cuando las decisiones fundamentales sobre nuestros derechos se siguen tomando entre cuatro paredes por hombres.

El movimiento feminista nos ha educado a las nuevas generaciones, ha logrado posicionar temas fundamentales en la palestra política y mediática, pero como todo en la vida, la última palabra sigue siendo de ellos, esos que juegan a dimensionar lo que significa ser mujer en un país como este.

  1. ¿Cómo podríamos responsabilizar al Estado de todos los femicidios que suceden amparados por el mismo?

Reparación. Reparación a la memoria de esa vida arrebatada, a esas familias desarticuladas, a aquellas hijas e hijos que quedaron sin madre, a esas madres que quedaron sin hijas, a todas a esas amigas que perdieron a una de las suyas, porque sus amantes decidieron que sus vidas no eran suficientemente valiosas para continuar.

Creo que la reparación económica y simbólica del Estado es fundamental, tal como lo son las políticas educacionales y de formación que logren llevarnos al fondo del asunto: nuestra vida no tiene menos valor y el fin de ella no puede estar en manos de quienes nos prometen amor y terminan reduciéndonos hasta ser cadáver.

No menos importante es el trabajo del Estado con quienes cometen el crimen. La justicia chilena y mundial está al debe. La exigencia de pruebas, el cuestionamiento de testimonios, lo engorroso que es el proceso para los y las familiares, y el largo trayecto de esfuerzo que significa encerrar a un asesino son fallas del sistema a los que el Estado tiene que responder.

  1. En el apéndice “¿qué fue lo más grande que hiciste para sobrevivir?” relatas una historia que se siente rara porque es una mujer la que se lo hace a un hombre. ¿Crees que este mecanismo de espejo puede funcionar para que los hombres asuman sus responsabilidades y formen parte activa de la lucha contra el patriarcado?

Realmente no lo sé. Cada vez que lo leo considero que es un ejercicio un poco ¿sonso? No sé cómo se lo tomarán las lectoras. Es incómodo porque es irreal, es una fantasía absurda que quise llevar al extremo para que se entendieran de manera sencilla aquellas pequeñeces a las que nos enfrentamos, nimiedades que terminan formando nuestras personalidades y afectos. Tal como en nuestro cuerpo, es una parte que puedes extraer sin perder el funcionamiento básico de tus sistemas. Su existencia es incómoda para algunos, muchos deciden extirparlo.

A través de comentarios de algunos lectores creo que podría considerarlo efectivo. Más allá de los disparates que lo construyen, se quedan con la interrogante principal: ¿Qué es lo más grande que has hecho para sobrevivir? Creo que el pensamiento los acompaña un rato y eso es algo. Diez minutos, dos días, un par de semanas o toda su juventud, es una pregunta que queda dando vueltas en tu cabeza y te hace poner en perspectiva lo fácil que puede ser tu paso por el mundo cuando naces hombre cis y lo complejo que se lo pones a la mujer, incluso en cotidianeidades como un encuentro sexual o la elección de un trago.

  1. ¿Podremos ver pronto una ley de aborto libre en Chile?

Es el sueño. Este domingo 25 de octubre* votamos por reescribir nuestra constitución, una oportunidad histórica para que esta acta madre estipule por escrito, y de manera intransable, que las mujeres tenemos derechos sexuales y de reproducción, que nuestro cuerpo no es objeto, que no somos incubadoras. Actualmente tenemos una ley, con tres años de vigencia, en la que el aborto está permitido en causal de violación, inviabilidad o riesgo de la madre, y aún así no se cumple, la medicina tiene la posibilidad de objetar por conciencia (terrible), los servicios de salud no entregan información y alargan procedimientos que están resguardados por la ley.

Tenemos lo mínimo, y ese mínimo poco se respeta. Creo que es demasiado pronto para decir pronto, pero vamos por buen camino. Tenemos la garra y ejemplo de nuestras hermanas argentinas, que incesablemente han dado esta lucha, y tanto en Chile como al otro lado de la cordillera, seguiremos dándola hasta que una ley de aborto libre, por cualquier causal, sea una realidad. Nuestra realidad.

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*El domingo 25 Chile votó y una mayoría aplastante de gente decidió que la Constitución de Pinochet es un texto que merece ser enterrado. Será el pueblo chileno el que configure su nueva «acta madre».

Y tú, ¿tan feliz? se publicó originalmente en Chile en La Secta Editorial el pasado año 2019. Este 2020 ha sido publicado en España de la mano de la Editorial Caballo de Troya.