La Línea de Fuego

‘Estaré sola y sin fiesta’: un alegato sobre el amor en el siglo XXI

Sara Barquinero nuevo libro

La soledad se admira y desea cuando no se sufre, defendía Carmen Martín Gaite, pero la necesidad humana de compartir cosas es evidente. Sara Barquinero (Zaragoza, 1994) es la autora de Estaré sola y sin fiesta (Lumen, 2021), una novela que reflexiona sobre algunas de las grandes incógnitas del siglo XXI y que marcará, como asegura Luna Miguel, «un antes y un después en la literatura de su generación».

La búsqueda del amor y de la felicidad, la memoria (individual y colectiva), las distintas aristas que tienen tanto el éxito como el fracaso son algunas de las cuestiones que Barquinero se plantea en una novela que nos hace viajar por distintos puntos de España. El detonante de esta historia tiene que ver con un diario que la protagonista se encuentra en Zaragoza y que la obliga a pensar en sí misma, hasta tal punto que deja de lado los pilares en los que, hasta entonces, se sostenía su existencia. A través de una prosa sencilla, la autora de esta obra invita al lector a acompañar a la protagonista en un viaje a lo más profundo de la mente del ser humano, ese lugar en donde los miedos campan, en ocasiones, a sus anchas.

La investigación de la protagonista de Estaré sola y sin fiesta es un reflejo de la constante búsqueda en que se encuentra el ser humano. ¿Hasta qué punto crees que estamos dispuestos a dejar todo de lado? ¿Todos tenemos en cierto modo un detonante en nuestra vida como el diario de Yna que nos lleve a ello? 

Diría que somos muy poco proclives a “dejarlo todo”, incluso aunque tengamos que hacerlo y haya signos por todas partes que lo confirmen. Es quizá el punto más “inverosímil” del texto, que algo tan accesorio y contingente como un diario encontrado lleve a alguien a abandonar de forma tan radical su vida y sus objetivos, aunque éstos no la llenaran. Sin embargo me parecía que al mismo tiempo era plausible, porque tanto la literatura como la confrontación con un elemento particular del pasado nos puede hacer cuestionar el presente o la realidad de una forma más fuerte que la razón o los buenos consejos. Lo mismo me parece que sucede con las vidas ajenas: muchas veces es más sencillo definirnos en una postura moral, personal o política confrontando lo que pensamos con las acciones de otros que si hacemos esa operación con nosotras mismas. En cualquier caso, si tuviera que pensar esta cuestión más allá de la novela, diría que para que algo pueda ser un detonante, una debe estar dispuesta antes a prestar atención. Quizá cualquier cosa puede ser un detonante si quieres encontrar uno, y esas señales estén siempre disponibles para quien quiera escucharlas.

Muchas veces es mas sencillo definirnos en una postura moral, personal o política confrontando lo que pensamos con las acciones de otros que si hacemos esa operación con nosotras mismas

La esencia de la vida y de la muerte es algo que está presente a lo largo de toda la novela, de la misma forma que lo hacen el éxito y el fracaso ¿Es un reflejo de que la muerte o el fracaso a nuestro alrededor nos impulsa a sentirnos vivos o a buscar el éxito? 

No estoy muy segura de qué pensar sobre eso. Es cierto que el vitalismo o la celebración de la vida pueden venir después de un periodo nihilista o de confrontación con la muerte, el fracaso o el desastre. Pero creo que hay que tener cuidado con ea narrativa, pues puede llevar a un discurso de autosuperación pernicioso, o a considerar que “todo lo malo que sucede” queda justificado por el desarrollo ulterior de los acontecimientos. Con la novela quería mostrar justamente lo contrario: que los momentos de dolor no quedan redimidos porque las cosas progresen, no pueden ser considerados un fin para un medio sin traicionar su experiencia.

La novela también aborda distintos temas como la memoria desde un punto de vista individual y colectivo. La década de los noventa vino acompañada de distintos acontecimientos convulsos que cambiaron el mundo tal y como lo conocemos ahora. ¿Cómo ha sido este proceso de documentación que se puede observar incluso en la elección de la música que acompaña a las protagonistas? 

La parte de la música fue muy divertida, tanto en la parte de atender a la radio como en la de buscar música de los 90 para tener de fondo mientras escribía. La documentación como tal la hice gracias a dos libros, el texto de los 90 de Eduardo Maura y al Diario del 92/93 de Beatriz Navas Valdés, además de leyendo sistemáticamente El País y el Heraldo de Aragón del año 90.

Estoy segura de que en 2054 alguien mirará con nostalgia nuestros muros de Instagram o Facebook y le parecerá que tienen un aire retro encantador.

¿Consideras que con el avance de las nuevas tecnologías hemos dejado de recordar de la misma forma que lo hacíamos antes? 

Por una parte parece obvio que así es, pues las posibilidades de almacenaje de recuerdos, así como su reproducibilidad y rapidez de transmisión hacen que así sea, y que sí sea pensable hacer una “imagen total” de cada uno de nuestros momentos vitales. Por otra, en el discurso sobre el pasado tendemos a caer en una mistificación que siempre valora lo anterior como si fuese más genuino o auténtico. Estoy segura de que en 2054 alguien mirará con nostalgia nuestros muros de Instagram o Facebook y le parecerá que tienen un aire retro encantador.

Las palabras que Yna escribe en el diario se vuelven eternas en el momento en el que la protagonista las descubre en un contenedor e inicia la búsqueda. ¿Es su miedo a la soledad, a la ausencia o a la muerte lo que le lleva a empezar esta investigación? 

A mí lo que más me impactó al encontrar el diario de Yna fue la virulencia de su sentimiento, compararlo con las cosas que yo era capaz de escribir y sentir por una persona (para bien o para mal). Creo que esa fascinación se la pasé a la protagonista, y que lo que más le choca inicialmente es comparar esa manera de existir, tan arrojada al mundo, con su estado de anhedonia. También (spoiler) hay un desplazamiento de la historia personal de la protagonista con su familia a la figura del Alejandro desaparecido.

¿Por qué en una sociedad como la actual la angustia a enfrentarse a uno mismo sigue estando tan presente? 

En cierto sentido es lógico que así sea, pues el relato de la individualidad está más arraigado que nunca en nosotras, así como la disgregación material de muchas estructuras sociales y comunitarias que nos sostenían. Incluso aunque el mundo esté más conectado que nunca, existe un matiz de elección personal en las relaciones que queremos prolongar o romper mucho más volátil que en tiempos anteriores. Además, en una situación precaria —no solo en sentido laboral, que también, sino en que todo parece más rápido y mudable en todos los ámbitos de nuestra vida— es más difícil generar un relato coherente que integre todo lo que sucede y, sin un relato sobre tu propia existencia, ¿cómo puedes enfrentarte a ésta?

En el avance de la investigación la protagonista se refugia en la vida de Yna para no hacer frente a algunos de los problemas que tiene a su alrededor. Se podría decir que de alguna manera este diario se convierte en su antídoto para enfrentarse a su realidad. ¿Es así? 

Sí, la obsesión aquí funciona como una manera de que todo lo problemático quede fuera del foco de atención, o de tratar esas cuestiones de forma sublimada. Es algo que reconozco en mis propias obsesiones: muchas veces sólo encubren mi necesidad de no enfrentarme a algo. Aunque matizaría que no solo se produce esta obsesión-huida en la psique de la protagonista, sino la identificación con Yna y su propio yo más infantil.

A lo largo de la obra la protagonista también se enfrenta a distintas formas de entender el amor. ¿De qué forma crees que nuestra manera de comprender el amor ha cambiado desde los años noventa hasta ahora? 

Bastante. En algunas cosas de forma positiva —pues ahora es más sencillo tener consciencia de los abusos, problemas y límites del amor romántico, y cuestionarlos— y en otras de manera negativa. Esta imposibilidad de generar un relato o proyecto, tanto a nivel personal como económico-material, impide en ocasiones entregarse al amor o mantenerlo en el tiempo. En los discursos de poliamor o que cuestionan el amor romántico hay elementos muy interesantes, pero también hay que problematizarlos. Me gustó mucho leer el libro de Eva Illiouz cuando corregía la novela, para mostrar de forma más concreta cómo esa volatilidad de lo romántico afecta a la posibilidad de la entrega. También se podría pensar en cómo las nuevas formas de relacionarse (a través de medios electrónicos) se relacionan con la desintegración progresiva de los espacios de socialización, o cómo las dificultades para encontrar estabilidad vital impiden conseguir (e incluso desear) la estabilidad romántica.

¿En qué momento apareció Yna por primera vez en tu vida y de qué forma te llevó a escribir sobre ella?

De forma parecida a cómo se relata al inicio de Estaré sola y sin fiesta, es el único momento de “autoficción” del texto, aunque falta el personaje de mi amiga Laura, que fue de hecho la que me hizo toparme con él. Esto fue hace unos ¿cinco años? Primero escribí un ensayo más o menos teórico sobre los temas que me suscitaba su diario —el amor, la justificación del mal o el sufrimiento, la soledad— e hice un fanzine. En 2018 escribí el primer borrador del texto.

A la hora de enfrentarte a esta novela, ¿cuáles fueron tus principales influencias artísticas? 

Me gustó mucho leer Anatomía de la memoria, de Eduardo Ruiz Sosa, releer los grandes hits de Bolaño, un texto llamado Tres circunvoluciones alrededor de un sol cada vez más negro, de Bouillier y Pura pasión, de Annie Ernaux.

De cara al futuro, ¿estás trabajando en algo nuevo? 

Estoy escribiendo una novela larga compuesta de cinco novelas (voy por la cuarta). La novela gira en torno a la necesidad de evasión de la realidad, el suicidio, las adicciones y las teorías de la conspiración o creepypasta, como la leyenda de Pueblo Lavanda de la primera edición de Pokémon, Polybius o Slenderman. Tiene tres escenarios en España y en el presente, uno en la Nueva Orleans de 1978 y en la Roma de entreguerras, en 1922. Se titulará Los escorpiones y creo que saldrá a inicios del año que viene.