«Nos llamaron histéricas cuando dijimos que no podíamos más, que estábamos cansadas de vivir en un sistema que solo nos valora por nuestra imagen. Nos llamaron histéricas cuando dijimos que estábamos hartas de aguantar el acoso, sí, también ese que algunos siguen empeñados en romantizar tildándolo de «arte de piropear». Nos llamaron histéricas cuando nos rebelamos contra el heteropatriarcado que crea mujeres ansiosas y depresivas. Nos llamaron histéricas cuando nos atrevimos a mostrar nuestra rabia, cuando dejamos de ser la esencia de la feminidad, cuando nos atrevimos a mostrarnos enfadadas, a protestar en las calles, sí, también usando nuestros cuerpos como arma.
Ahora nosotras gritamos por todas las veces que quisieron callarnos diciéndonos que estábamos locas. Por todas a las que tacharon de malfolladas, frígidas, secas, malhumoradas, exageradas. Por las que no pudieron contestar. Porque reapropiarse de una palabra es hacerla nuestra y reinventarla es reinventarnos, para darnos el significado que nunca tuvimos y el que necesitábamos tener. Gritaremos hasta que recuperemos la voz de todas y nuestras voces queden suspendidas en un eco infinito.
Porque no estamos locas. Ni somos unas histéricas. Estamos hasta el coño».
Bajo esta premisa nace el segundo fanzine de La Línea de Fuego, Histéricas, donde escribimos en primera persona y con reportajes en profundidad sobre la salud mental y cómo nos afecta como mujeres y como parte de nuestra vida.
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