La Línea de Fuego

Belén López Peiró: «Con el feminismo no volví a sentirme sola»

Belén López Peiró.

Tras Por qué volvías cada verano (Las afueras, 2018), la autora y periodista argentina Belén López Peiró retoma su historia en Donde no hago pie (Lumen, 2022), para revisar sus recuerdos y repasar su propia experiencia como víctima de abusos sexuales. A través de sus páginas, la acompañamos a lo largo del proceso judicial: las dudas, la ansiedad, el cansancio de las reiteradas declaraciones, la falta de apoyo de las instituciones y las herramientas necesarias para caminar el tortuoso recorrido hasta el juicio.

«Al tiempo que publiqué Por qué volvías cada verano en Argentina me llegó una notificación de que la acusación se elevaba a juicio y que el acusado había solicitado un juicio por jurado. Entonces entendí que de nuevo estaba en cero, que de nuevo tenía que buscar toda la información para asesoramiento legal… Decidí que me parecía importante escribirlo porque lo había buscado en libros y series y las referencias que tenía de juicio por jurado fuera de Argentina la víctima siempre estaba muerta. Me parecía que era importante poder ponerle voz a este lado de la historia», comenta la escritora argentina en una entrevista telefónica.

«Necesitamos una reforma judicial feminista»

Fue entonces cuando llegó de nuevo la impotencia. Un paso más que hace el proceso más tortuoso y ante el que a penas disponía de información. A lo largo del libro, la autora expone qué significa el juicio por jurado, más allá de los términos puramente jurídicos, y cómo afecta a la víctima de abusos. «Sos escritora. Contale al jurado un cuento entretenido con un principio y un final, con lenguaje claro, que se entienda, para que ellos no se aburran», le dicen en un momento dado en la narración de la historia. Convencer de que eres víctima, eliminar la duda que a priori parece cosa del pasado en la sociedad en que vivimos, pero, por desgracia, nada más lejos de la realidad.

«Creo que es necesaria una reforma judicial de alguna manera. En Argentina se habla de una reforma judicial feminista donde de alguna manera se piense en diferentes reparaciones para la víctima, donde haya de alguna manera un acompañamiento integral: terapéutico, médico, legal, un asesoramiento que hoy no existe, donde el testimonio quede grabado cuando se hace la denuncia para no tener que repetir en cada instancia, todas las veces, la declaración. Yo llegué a declarar alrededor de ocho veces lo mismo. Y eso es algo que no puede pasar», explica López Peiró.

«A mí no me da lo mismo.

No me da lo mismo cuatro meses antes o cuatro meses después, que sea este año o el que viene, estar más preparada o menos preparada, seguir posponiendo las vacaciones, no poder irme de la Ciudad por si el juez me necesita, cagarme de calor en verano, sentir que al final soy yo la que está presa de un juicio que yo misma empecé, que mi cuerpo no me acompañe desde marzo, que gastroenteritis y anginas antes de viajar a San Nicolás, que infección y placas en abril en medio de las audiencias, que gripe y fiebre en mayo después del viaje a San Pedro, que faringitis y otitis ahora, no me da lo mismo.

No me da lo mismo saber que me enfermo y que tengo que estar en cama, que no puedo salir de mi casa, mucho menos leer o escribir, solo estar acostada y llorar».

La necesidad de contar y reparar

«Para mí, parte fundamental del libro tuvo que ver con contar qué era lo que pasaba con mi cuerpo y con mi emocionalidad a medida que avanzaba la causa. Por el hecho de que todo tiene consecuencias. Yo creo que hoy en día ninguna mujer puede ir a la justicia sin tener acompañamiento terapéutico y legal con perspectiva de género. Y no todo el mundo tiene el dinero para pagar eso. También tenemos que tener en cuenta esta situación», argumenta Belén.

«Desde la publicación del libro, me levanto cada día con el mensaje de una mujer. Todas ellas tienen algo en común: quieren contar su historia», escribe Peiró en Donde no hago pie. Y es que escribir, además de una forma de reparación también puede serlo de sororidad. «Creo que para mí, más catarsis, o más que terapéutico, lo que me hizo bien fue crear una obra literaria. Trabajar y crecer profesionalmente a partir de un hecho que fue uno de los más dolorosos de mi vida. Pero no quedarte en el hecho, sino que contar mi historia. No importa cuál sea. Contar una historia y hacerlo de la mejor forma posible. Creo que hacer eso, priorizar mi trabajo, lo que a mí me gusta hacer, que es escribir, fue lo único que de alguna manera me reparó», cuenta.

Apoyo y feminismo de la mano

Para la autora argentina, el movimiento feminista ha influido enormemente en su proceso. «Primero, tiene que ver con que haya habido la recepción que ha habido con los dos libros, que exista un público que empuja para que estos temas lleguen a las estanterías, a las bibliotecas de las casas, las escuelas y las universidades», apunta López Peiró. «Y después porque no volví a sentir nunca más lo que sentí la primera vez que fui a denunciar ante la justicia. No he vuelto a sentir que yo era la única que vivía en esa situación, no volví a sentirme sola».

En todo esto tienen mucho que decir también los medios de comunicación que, como explica la autora de Donde no hago pie, deben tener perspectiva de género. «No es que tenga que haber un periodista feminista, sino que todas las personas que se formaron para comunicar tienen que saber alrededor de la perspectiva de género», apunta la también periodista. «Está bueno saber alrededor de esta problemática, que existe, poder entender cómo conviene entrevistar o cómo conviene escribir sobre un tema para poder derribar de una vez por todas los estereotipos alrededor de víctima y victimario y dejar de ser amarillistas».

En situaciones así la sororidad es muy importante. Comunicar que no estamos solas, y también hacerlo ver en acciones. Si eres víctima de acoso o abuso en algún momento, «rodéate de personas que puedan acompañarte, poder confiar en alguien y hablar es muy importante», recalca López Peiró. «Y después, darte cuenta de que la vida. no empieza ni termina ahí. El abuso, por ejemplo, en mi vida, es un punto de partida, no de llegada. Creo que ese es el mensaje que quiero transmitir».