
Últimamente me cuesta bastante concentrarme. Dicen por internet que es el burnout, ese síndrome del trabajador quemado. Pero yo creo que es el de la millennial quemada. La millennial que no ve la salida y no sabe hacia donde tirar en esta mierda de mundo, pero que en alguna dirección tiene que caminar. Intenta que no sea hacia donde le arrastra la marea, pero a veces se hace duro nadar a contracorriente. O simplemente dejarse llevar flotando. Precisamente de esto, de millennials hartas de todo, habla Meryem El Mehdati en Supersaurio (Blackie Books).
La protagonista es la propia Meryem, pero podría ser cualquiera de nosotras. Entra a trabajar en las oficinas de Supersaurio, la cadena más importante de supermercados de Canarias, como becaria. Compañeros de curro que le sacan veinte años y viven en una realidad paralela. Un sueldo irrisorio en concepto de «beca». Horas interminables de autobús de camino al trabajo porque con ese sueldo irrisorio no puedes pagar un alquiler cerca de la oficina. No ver a tus amigas porque el trabajo te come. Preguntarte continuamente hasta cuándo. Creo que a todas nos suena. La lucha millennial.
Meryem construye este relato propio de una generación entera a base de ironía y humor negro que tiene sus cimientos en estar hasta el coño de todo. A través de los capítulos va hilando esta historia cada vez más universal con guiños a la cultura millennial que pillas entre líneas y te sacan una sonrisa mientras piensas «joder, soy yo literal». Ahora mismo soy una periodista, crítica y community manager totalmente parcial con este libro. Sí lo digo. Mientras lo leía me decía a mí misma que podría haberlo escrito yo, pero no mejor, sino por similitud de experiencias. Me he reído, he llorado un poquito por dentro y por fuera, y he recomendado hasta la saciedad este libro en la última semana.
Abajo el clasismo (también literario)
Con Supersaurio, El Mehdati abre muchos melones. Ciñéndonos a lo puramente formal de la escritura, ha cogido todo el clasismo literario y lo ha tirado por el retrete, como Homer con los muelles. Escribe directa, sin miedo y con las ideas claras, de una forma que hereda directamente de los fanfics y la cultura de internet, con citas de Bad Bunny y Jennifer López. No deja atrás, sin embargo, esa belleza de la cotidianidad. Da pinceladas muy aproximadas de lo que supone para nosotras la felicidad, ese rinconcito en el que nos sabemos acompañadas aunque no sea físicamente. Ese momento efímero en el que nos basta con ser nosotras.
Transita Supersaurio también por ese camino oscuro e inhóspito que es la meritocracia, la idea que nos han vendido de que el esfuerzo lo puede todo. Una de las grandes mentiras de nuestro tiempo. Una parte del libro camina también sobre el racismo. Meryem proviene de una familia musulmana, no oculta sus raíces, y nos hace partícipes de esa presión de pasar desapercibida. Ensalza la autora la diferencia, también entre canarios y godos.
A lo largo del libro podemos leer una lúcida crítica al machismo, al clasismo y al capitalismo. La descripción de la vida en una ciudad pequeña, el acoso callejero, citas por Tinder con miedo a querer mientras el reloj de lo que la sociedad espera de ti no para de sonar. «Cuando sales de la ducha y te miras al espejo te torturas un poco a ti misma por todas las cosas que tendrías que haber conseguido a tu edad y que, al contrario que todas tus amigas, sigues sin ver de cerca siquiera». Una casa, pareja estable, un contrato asociado a un sueldo que te permita vivir dignamente. El sueño de cualquiera, el privilegio de unos pocos.
No estamos solas
Supersaurio es una mirada hacia dentro y hacia fuera de cada una de nosotras. Un recorrido exacto y extrapolable que todas deberíamos leer, al menos, una vez en la vida. Y no solo nosotras: también las que rondan los 40, los 50 o los 60. A través de las palabras de Meryem pueden asomarse a una realidad que quizás les pille un poco lejos, pero que está ahí. También es para aquellas que todavía no han llegado, que todavía mantienen una cierta esperanza de que no acabarán con este asqueroso síndrome burnout.
Conocí a Meryem hace unos días en la Feria del Libro de Madrid. No suelo pedir a las autoras que me firmen los libros, pero sí que lo hice con ella. Escribió en la portadilla que ojalá Supersaurio me sirva de ayuda cuando oscurece. «Y te sientas acompañada y vista. No estás sola». Precisamente ahí radica la magia de Supersaurio, Meryem, en una paradójica forma de saber que no estamos solas.
Me despierto una mañana en mi piso nuevo en una calle nueva en un colchón nuevo bajo una ventana nueva porque el sol me da en la cara por primera vez en muchísimo tiempo. Extiendo el brazo hacia el techo y abro mi mano, como si quisiera guardar la luz ahí dentro. Filosofo que quizás la felicidad no es ser sino estar. Uno no puede ser feliz siempre. Uno está feliz a veces. Me duermo de nuevo».