La Línea de Fuego

Montserrat Roig, o el valor de romper todos los moldes

Montserrat Roig fotografiada por Pilar Eymerich

Tres mujeres, tres generaciones pertenecientes a la misma familia. Tres vidas que recorren la Barcelona de finales del siglo XIX y mediados del siglo XX y que contienen, en palabras de Luna Miguel en el prólogo, “en ellas todas las vidas”. Es la premisa de Ramona, adiós, la primera novela de la escritora y periodista catalana Montserrat Roig, publicada originalmente en catalán en 1972 y que ahora reedita consonni en castellano con traducción de Gemma Deza Gull.

Con los tres personajes centrales, las tres «Mundetas» de Ramona, adiós, abuela, hija y nieta, Roig puso rostro y voz a tres generaciones de una realidad y una clase social muy específica: la de la burguesía catalana del Eixample, que aparece retratada en sus páginas desde sus inicios hasta su posterior decadencia. También apunta a toda la crudeza y dolor que la guerra y la posguerra dejaron en Barcelona, de la que se calcula que fue la ciudad de España con más víctimas por bombardeo, como apunta Betsabé García en su biografía de la escritora, Con otros ojos.

Reflexiones ácidas e incisivas sobre la hipocresía latente entre los herederos de fortunas hechas durante el franquismo pero que se tienen por abanderados de la justicia social, que consumen la cultura que llega de Inglaterra y Francia y son educados en los mejores colegios, con viajes y estancias en el extranjero. Reflexiones estas que beben de la experiencia de la misma Montserrat Roig, que fue siempre crítica con esa impostura de su propia clase social, y que siempre estuvo comprometida firmemente con el antifascismo y el feminismo; compromiso del que emana un claro posicionamiento político.

Unas observaciones que se cuelan entre las páginas de esta novela que también refleja ese «no-lugar» de las mujeres en España en unas décadas confusas, terribles y profundamente cambiantes. Y cómo una guerra, con toda su dureza, puede suponer también un momento de liberación para una mujer, que se hace dueña de sí misma y de su vida ante la ausencia del hombre.

Montserrat Roig: una figura literaria y periodística única

En los largos monólogos interiores de las protagonistas, puede entreverse tanto a la Roig actriz como a la Roig periodista, las dos facetas que marcaron su vida, junto con su obra literaria. Roig estudió literatura y arte dramático, pero el periodismo será su relación profesional más duradera, lo que aporta a su escritura el toque distintivo que la convertirá en una autora reconocida. Els catalans als camps nazis es su trabajo periodístico más reconocido, un auténtico ejercicio titánico de recopilación de testimonios e investigación exhaustiva acerca de los catalanes recluidos en campos de concentración alemanes y franceses. Pero también entrevistó a multitud de personalidades de la cultura catalana (la mayoría en dupla con su amiga, la fotógrafa Pilar Eymerich), abordó el conflicto de Irlanda del Norte, viajó a Francia, Italia e Inglaterra en multitud de ocasiones…

Su carrera, en un momento en que en las redacciones podían contarse las mujeres con los dedos de una mano, supone un hito en el periodismo español, pero en particular en el catalán. El gran objetivo de su vida, tanto en su ficción como en su trabajo periodístico, fue alumbrar las zonas de sombra que el franquismo había impuesto sobre la cultura, la lengua y la realidad social catalanas. Contribuye, además, a la creación de una nueva figura de esa época: la del o la intelectual célebre, presente en televisión, radio y tertulias varias, una figura que ayuda a la popularización y democratización de la cultura en unos años en que la sociedad española lo necesitaba más que nunca para la construcción de una identidad que no fuese la impuesta por el franquismo.

Su impronta periodística no puede entenderse sin su compromiso político: es detenida en la célebre «Capuchinada», un encierro en el convento de los capuchinos de Sarrià en 1966, es militante del PSUC durante varias décadas e incluso llega a ser candidata, mantiene numerosas batallas con otros periodistas o escritores desde sus columnas en las que defiende el feminismo o la lucha obrera… El enfoque de su feminismo, además, es claro: para ella, la liberación de las mujeres solo podía venir de la lucha de las mujeres obreras, pues eran quienes tenían la «razón histórica». Su postura es particularmente valiosa teniendo en cuenta el ambiente del que venía Montserrat: una familia conservadora, de clase media-alta, aunque de ideas liberales y para quienes la cultura era casi lo más importante, el capital más relevante que podían tener.

Esas tres luchas particulares de Montserrat Roig (el marxismo, el feminismo y el catalanismo), como diría Josep Fuster, guiarán su carrera tanto literaria como periodística hasta su muerte en 1991, y también están presentes en este Ramona, adiós.

En esta novela, y en la literatura y la carrera de Roig, se vislumbra una tradición en la que se enmarcan Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, o Rosa Montero (gran amiga de Roig, además), por mencionar solo algunas: nuestras abuelas, nuestras madres, nuestra genealogía. La importancia de tener referentes. Pero también está presente, con igual fuerza, el ímpetu de un pueblo por recuperar una cultura que les había sido arrebatada, y por generar nuevas narrativas.

Leámosla, celebrémosla.