La Línea de Fuego

Bienvenidas a ‘La Conejera’

Hoy ve la luz la primera novela de Tess Gunty (South Bend, Indiana, 1993), una escritora que desde el principio de su vida tenía muy claro cuál era su camino en la vida: escribir. Y en La Conejera (Sexto Piso, 2023) lo deja muy patente. Gunty nos transporta a un pueblo prácticamente fantasma de Indiana, Vacca Vale, y, concretamente, a un maltrecho edificio de paredes finísimas entre cuyas rendijas podemos ver las vidas de los inquilinos de los apartamentos de La Conejera.

Con una primera página magistral, Tess Gunty nos sumerge de cabeza en el universo de apartamentos a través del C4, donde Blandine Watkins está abandonando su cuerpo. «Solo tiene dieciocho años, pero se ha pasado casi toda la vida deseando que sucediera. La agonía es dulce, como prometieron las místicas. Es como si la luz te apuñalara el alma, decían, y también tenían razón en eso». Desde estas primeras líneas, viajamos vertiginosamente del apartamento C4 al C8, el C10 y C2, a una app de citas donde se deja la opinión de los usuarios, al aula de música de un instituto del Medio Oeste, a una web de obituarios y a un atentado para reivindicar la importancia del cambio climático. Y entre todos los personajes que recorren estos escenarios se va tejiendo un paisaje donde todo encaja, pero a su debido tiempo.

Gunty escribe entretejiendo estos relatos con La Conejera como punto de encuentro, pero donde nada es lo que parece. Al darle la vuelta a la página, al terminar un capítulo, la trama te da un pescozón y te hace abrir otra línea de investigación para resolver por qué —y sobre todo cómo y a causa de quién— Blandine Watkins está abandonando su cuerpo.

Leer La Conejera es ver una temporada de Twin Peaks con un poquito de Fargo, aderezando todo con frases de Hildegarda de Bingen

Al ir descubriendo los entresijos de esta novela vemos que La Conejera no es solo un libro sobre un edificio destartalado. Es un libro contra el sistema social, sobre los niños que crecen en casas de acogida y en orfanatos y que se dan de bruces con una sociedad que les vuelve a dejar desamparados en cuanto cumplen la mayoría de edad. Es un libro que habla de relaciones de poder entre profesores y alumnas, entre madres e hijos, de la maternidad deseada y el miedo a lo que viene después y que nadie cuenta. De los matrimonios que se hacen costumbre.

Hope y la fobia a los ojos de su hijo recién nacido, el desconocimiento de su marido mientras cena después de llegar de trabajar. Elsie Blitz escribiendo su propio obituario —con su sección de lecciones vitales sin desperdicio, que todas deberíamos memorizar—, Jack, Todd y Malik obsesionados con Blandine e intentando ganarse su amor de niños abandonados. Pero sobre todo es un libro que habla de la soledad, de todo lo que anhelamos cuando estamos solas, de lo que hacemos por no sentirlo. De la venganza y el amor, que a veces se confunden.

Tess Gunty ha creado un universo que bien podría ser el inicio de muchos. Un libro que deja puertas abiertas, pero no vacías.